domingo, 1 de mayo de 2011

MUSEO DE MANTA

Vigorizando la cultura
Hija de madre francesa y padre alemán, la Dra. Jacqueline Simon de Munizaga, llegó a Quito – Ecuador, desde su natal Francia, a los 4 años de edad. Hoy a sus 65 años, hace realidad otro de sus añorados sueños, consolidar y edificar, en Manta, el Museo Etnográfico Cancebí, del cual es su Directora. La realización del proyecto cultural – ancestral fue coadyuvado con gestiones del Municipio de la ciudad, del Fondo de Salvamento de Patrimonio Cultural (FONSAL) y, del Ministerio de Industria y Productividad (MIPRO). El objetivo, trascender los valores autóctonos enraizados en el modus vivendi del “Cholo” y del “Montubio” manabitas, tradiciones y herencias de antaño que las futuras generaciones no deben dejar morir.

Con modales refinados y corteses, Jacqueline explica la procedencia del nombre de la joven institución, dice: – “Cancebí, arraiga las tradiciones del “Cholo – pescador” y del “Montubio o Campesino” de Manabí;  fue un señorío muy grande asentado en toda la franja central de la costa manabita que se extendió desde Charapotó hasta la provincia de Santa Elena, entre los años 800 después de Cristo hasta 1526 cuando inicia la época colonial”. Añade que desde que se jubiló del Museo del Banco Central, hace 10 años, se concentró en llevar adelante la ilusión que siempre albergó en su interior, crear un museo etnográfico en Manta. Las gestiones fueron difíciles ya que no le daban la apertura necesaria en la municipalidad u otras instituciones. Hace 3 años el cabildo local le aceptó el proyecto para lo cual compró el antiguo edificio, que en algún histórico momento, fue la “Casa Azua” y terminó siendo el “Hotel Aragón” de don Pedro Quiles, un altruista español que vivió en Manta y fue miembro del Cuerpo de Bomberos de la ciudad.

La vetusta infraestructura (en el momento de la compra) data desde 1918, fue edificada por su dueño, Ramón Virgilio Azua, quien utilizaba la planta alta como vivienda y la planta baja fue una prospera casa comercial –Casa Azua– dedicada a la exportación de algodón. Después el inmueble fue vendido a la familia Abce, los nuevos propietarios crean el Hotel Midland. Luego don Pedro Quiles adquiere la vivienda transformándolo en el Hotel Aragón; años más tarde pasa a manos de la familia Balda. Posteriormente, el dueño es el Dr. Medardo Cevallos, más tarde es de la AGD, luego del Banco Central de Ecuador; finalmente la vieja casona es vendida al Municipio de Manta con miras a convertirse en el museo que apasionadamente proyectaba Jacqueline.

El edificio estaba casi destruido por su abandono y antigüedad, el alcalde Jaime Estrada Bonilla, acogió el concepto de continuar el ideal de la altruista promotora, entonces ofició formalmente a Patrimonio Cultural en Quito para que a través del Fondo de Salvamento de Patrimonio Cultural (FONSAL), la edificación sea restaurada con la fachada y modelo arquitectónicos original. Se contrataron técnicos de Cuenca para hacer los estudios museológico y museográfico y, de esta manera, avalar la obra que aparte de ser didáctica y pedagógica prevé convertirse en uno de los atractivos turísticos de mayor relevancia cultural – ancestral de los mantenses abierta al mundo entero.

Fue el artista multifacético René Pulla, cuencano, el encargado de recrear lo más real posible esta nueva joya arquitectónica enfocada en salvar y dignificar la memoria del “Cholo – pescador” y del campesino, el montubio, fuerzas productivas autóctonas de Manabí relevantes en la historia del Ecuador que en su momento fue considerado “El Granero del Mundo” y actualmente enaltecen a Manta con su pesca artesanal e industrial, ciudad conocida como “La Capital Mundial del Atún”.

Las nuevas formas de hacer infraestructuras con hormigón armado relegaron a las tradicionales casitas de caña guadua con techos de cadi. Así mismo, el aparecimiento de las tecnologías obligaron la extinción de los ancestrales utensilios utilizados en las casas campestres y jornalerismo; también el constante éxodo del campo a la ciudad, son inevitables factores sociales que a futuro vislumbran un desconocimiento total de la cultura patrimonial; costumbres de tiempos pasados que el Museo Etnográfico Cancebí, está rescatando para contarles a las nuevas generaciones sus procedencias; raíces que germinaron monte adentro, bañados por la naturaleza y riachuelos mansos en verano y caudalosos en invierno. A la par, aquellos que dejan a sus mujeres e hijos para adentrarse a la mar y sobre una barca, continuando con el legado de los aborígenes de la Cultura Manteña, buscan el sustento familiar.

Doña Jacqueline, mujer extranjera de nacimiento y ecuatoriana de crianza y corazón, cuenta que sus estudios los realizó en Quito, la primaria en el Colegio Americano, la secundaria en el colegio Nuestra Madre de la Merced, luego de su graduación estudió particularmente tres años de pintura y dibujos. Después entró a la universidad Católica y se profesionalizó en Tecnología Médica, es Laboratorista por lo que trabajó tres años en un laboratorio clínico. Posteriormente invirtió 12 años de su vida como guía turística en Metropolitan Touring, habla perfectamente: inglés, francés y español. Admite que su deseo más profundo era estudiar Arqueología (antropología) pero en aquel entonces no había una facultad que impartiera esa carrera. Sin embargo, la experticia que tiene en museos la adquiere cuando se emplea en el Museo del Banco Central – Quito (MBCE), en esta entidad laboró por 20 años. Contrajo nupcias en la capital de los ecuatorianos con el chileno Gustavo Munizaga, médico traumatólogo, creador del Departamento de Ortopedia y Traumatología en la clínica del Seguro en Manta, razón por la que, en 1978, Jacqueline solicita al MBCE el pase a Manta, ellos le dieron la oportunidad de crear una extensión en la ciudad puerto, convirtiéndose en la fundadora del Museo Arqueológico del Banco Central – Manta.           

Recuerda con agrado y añoranza lo fascinada que se sintió cuando llegó a Manabí, dice: –“Me volvieron loca las casitas de caña con sus techos de cadi, los ceibos, la campiña, su gente maravillosa, etc., desde entonces mí mente se centró en proyectar y consolidar la creación de un museo etnográfico en Manta. Hoy, a mis 65 años de edad, el sueño ya es una realidad”–. El 3 de noviembre de 2010, a las 19H00, abre sus puertas el Museo Etnográfico Cancebí. Desde el día 4 del mismo mes y año la entidad acoge al público en general. La entrada para los adultos nacionales y extranjeros es de un dólar, niños y estudiantes 50 centavos, las personas con capacidades especiales ingresan gratuitamente. Estos valores se utilizarán en gastos que el museo tendrá para el constante mantenimiento. Además, el Municipio seguirá apoyando el funcionamiento de esta casa cultural ya que el clima de la costa es cambiante y en invierno reaparecen insectos y bichos que podrían malograr las recreaciones que son de caña guadua, cadi y demás instrumentos propensos a riesgos. De ahí, la importancia colaborativa y continua del  Municipio para dar mantenimiento al museo, motivos por los que los días lunes no atenderá al público.

La recreación cultural expositiva del museo consta de varios aspectos: 1°- Las ancestrales casitas de caña con techos de cadi. Vivienda con arquitectura manabita, con piso de madera, dentro está una mujer cocinando en el fogón de caña, allí mismo está el soto o sote (canuto) que es para soplar y avivar la candela (fuego) de entre los leños o carbón. También el “gustador”, un hueso utilizado en el caldo para darle gusto a la comida, luego lo subían y guindaban en el techo hasta la siguiente sopa. La tenaza, utensilio necesarísimo para coger los carbones y acomodarlos o para revirar los plántanos mientras se asan. El horno donde está el carbón o leña y arriba una rejilla donde va la olla que puede ser de metal o vasijas de barro donde se cocina el arroz y, la infaltable cuchara confeccionada a base de “mate” planta tradicional de los campos manabitas. Dentro de la casa también se ha recreado la cuja, el petate, se visualiza a un hombre de campo acostado en una hamaca. En la esquina de la cocina hay una pequeña repisa con un altar donde reposa una figura religiosa y junto a ella una velita. También está la bacinilla de palo utilizada en las noches por las damas del hogar.  

2°- La recreación exacta del “Cholo-pescador” en su natural ambiente, la playa, mientras acomodan los pescados en los bongos y jalan (halan) las redes, aún lado la mujer del pescador con una batea llena de peces en el hombro, agarrando a la vez un palo para espantar a las gaviotas que pugnan por agarrar uno que otro pez. Todo es acompañado de un audio cuyo fondo permite escuchar el mar y los constantes retumbes del vaivén de las olas.   

3°- Aquí aparece el agricultor, un jornalero hundido hasta las rodillas en el agua acumulada en una parcela, él está inclinado sembrando las matitas de arroz; al lado del hombre está un bumque con el pilón que usaban para apilar el arroz luego de ser cosechado y secado. También aparece el garabato, el machete, el canasto, la carretilla de madera, todos los implementos del agricultor.

4°- Nuevamente el pujante y animoso agricultor utilizando su peculiar vestimenta, las botas, el sombrero, carga a su espalda un racimo de verde, mientras el sudor recorre sus mejillas. Es una representación característica de aquel ser humano que sin haber llegado a una universidad conoce cuando el invierno será malo o bueno; además sabe los secretos para producir la tierra.  

5°- Reaparece el montubio del campo manaba montado en un caballo, su primordial medio de transporte. Aquí el hombre está secándose el sudor de su frente, mientras que el símbolo representativo para la movilidad de recinto en recinto, el caballo, expone todos sus implementos, los aparejos, hierros, el freno, la baticola, la montura o galápago de madera, estriberas y estribos, espuelas, las alforjas donde el campesino traslada sus alimentos u otros insumos, etc. En todos estos aspectos se recrean los quehaceres cotidianos y en el ambiente más original posible, de las culturas “Chola” y “Montubia” del manabita.

Ya en la parte posterior de donde se ubica la casita de caña, está el corral con una chancha grande y sus tres críos. Al lado, se encuentra el gallinero, una jaula pajarera, las gallinas, el nido, los huevos, una batea de lavar la ropa, el jabón prieto, etc.; luego el visitante sale por una puerta y se traslada al modernismo. Allí se exhiben los primeros objetos, también etnográficos, traídos por los europeos. Hay cosas antiguas de Italia, de Alemania, de Francia… de distintas partes del mundo, como: Maquinas de cocer, maquinas de escribir, maquinas calculadoras, extinguidores de fuego, aires acondicionados, radios, instrumentos musicales auténticos, el famoso sombrero de mocora que usaban antiguamente; el sahumador que es una especie de jaulita de bejuco que en su parte inferior, justo al centro, se ubica una pequeña vasijita con pedacitos de carbón donde se colocaba alucema, una hierbita que da muy buena aroma y que las mujeres recién dadas a luz utilizan para desinfectar y secar los pañales del niño. Se exteriorizan también 15 planchas, las de gallito, de calentar, planchas que se utilizaban para estirar los sombreros de paja toquilla, maquinas fotográficas, teléfonos y relojes antiguos, etc.

Dos paredes estratégicas del museo se han llenado de versos manabitas, amor fino, picante, de amor y romántico; hay dos poemas, uno dedicado a la viuda del pescador, esa mujer que va a la playa esperando que su hombre regrese, cosa que en algunos de los casos no ocurre. La siguiente poesía toma el nombre de Manabí Cafetalero, describe el granito de café, la semilla desde el momento en que lo siembran y la plantita germina, hasta cuando el café termina en sacos para transportarlos a otros horizontes para que la gente se lo sirvan y lo degusten. Estas muestras se observarán solo en la segunda planta del museo. 

En la planta baja, se han puesto tres almacenes destinados única y estrictamente a las artesanías manabitas. Un almacén de paja toquilla, otro de cerámicas de La Pila,  el último será dedicado a la tagua, concha Spondylus y coco; todos estos materiales deben ser autóctonos de Manabí. Así mismo, hay una sala de capacitación donde se darán cursos para nuevas ideas de producción e ir perfeccionando lo existente. Al fondo, se ubica una cafetería que expenderá café de Jipijapa, 100% manabita; también corbiches, pastelillos, panes de almidón. Al otro lado de la misma planta baja, hay un salón muy grande multiuso que servirá como galería de artes, la primera exhibición a realizarse allí, será la Exposición Pictórica con Dibujos en Tinta del artista cuencano René Pulla.

Luego el salón será destinado, por un mes, a presentar todo lo que es paja toquilla, desde la fotografía que identifica la planta y todo el proceso, cómo extraen la paja toquilla, cómo la hierven, cómo la secan, cómo la purifican y luego cómo la trabajan. Habrá un artesano que se dedicará al tejido de la paja toquilla, de esta manera la explicación será didáctica para los turistas o visitantes. El siguiente mes, será el turno de la tagua. Se mostrará la planta, la mococha, el corte, elaboración de artesanías, al igual que con la paja toquilla estará un artesano confeccionando estos productos. Luego, un mes para la cerámica, un productor de La Pila, trabajará la arcilla, la cerámica, mostrando todos los procesos de producción. 

Así mismo, se socializará un programa de visitas al museo con los centros educativos (escuelas y colegios) donde se prioriza la organización y la responsabilidad cultural. Los representantes de las instituciones de educación deben llamar o personalmente separar citas para los recorridos que deseen. Según la cantidad de estudiantes interesados en las exposiciones, se harán grupos de 20 educandos para que las explicaciones de la exhibición sean más personalizadas, concluye la Dra. Jacqueline Simon de Munizaga, mujer multifacética que está agradecida con el Municipio que ha desembolsado 150 mil dólares aproximadamente para cristalizar la obra. Así mismo al MIPRO cuya colaboración fue de 50 mil dólares. La recreación de los escenarios son a base de caña guadua, cadi, maniquíes de fibra. Ahora el llamado a la sociedad es para que asistan al museo y evitar que el folclor manabita desaparezca.  

POR: FRANKLIN PINELA MANTUANO,
EN TRABAJO SOLICITADO PARA SUPLEMENTO DE DIARIO "EL MERCURIO" DE MANTA.

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